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sábado, 24 de octubre de 2015

Los Huesos de Clara

¿Qué precio tiene un cuerpo ordinario en esta incoherente sociedad? Mucho. Al menos para ella. Para Clara

Ella había levantado los cimientos de su existencia en un pensamiento informe. Un pensamiento alimentado por una comunidad opaca. Basada en adolescente fijando su mirada en un teléfono; inmersos en otra conversación banal, una comunidad donde el más “guay” es el más cabrón, donde el elevado peso de la masa encefálica en los jóvenes brilla por su ausencia y en la que enseñar las costillas cual xilófono es el Everest de la moda. Ese es el problema de muchos jóvenes y el de Clara. Ella se mostraba fuerte y tenaz en los pasillos de su instituto, pero nadie sabía que era un saco de inseguridades. Inseguridades creadas por la sociedad. Inseguridades creadas por unos cánones de belleza patológicos. 


Por ello cada mañana se miraba en el espejo y detenidamente, observaba como brotaban sus costillas cada vez que respiraba. Insatisfecha con su extrema delgadez. Quería más. Más de lo que ya tenía. 

Ella tenía todo. Amigas artificiales-las cuales se juntaban con ella para elevar su status-, un novio patético-él cual estaba enamorado de los estereotipos que lanzaba su novia-y gente a la que enfrentarse. Clara sedaba su rabia despreciando a todo aquel que no se encontraba dentro del intervalo de lo “bello”, “normal”, “sexy”… ¿Pero qué significan esas palabras? 

Una persona bella es aquella que se demuestra agradable a los que le rodean, una persona que te levanta cuando te caes de culo, una persona que esta para lo bueno y para lo malo… 

Una persona normal es aquella que muestra sus sentimientos, que no tiene miedo a llorar por el “¿Qué dirán?”, es una persona valiente, aquella que mira adelante y mira por los demás antes que por sí mismo… 

¿Y sexy? Eso es subjetivo y cada uno tiene sus puntos de vista, a cada cuál más descabellado que el anterior, pero para mí: sexy = inteligencia.


Está claro que Clara y yo, no compartíamos las mismas opiniones. Ella vivía de su cuerpo y alimentaba su pensamiento del “¿Qué dirán?”. ¿Pero que fue el precio que tuvo que pagar para lucir un índice de masa corporal bajo y verse “guapa”? Ardores en el esófago de tanto vomitar, atracones de comida por pura necesidad, lloreras frente a un cruel espejo porque quería más, desmayos constantes porque su cuerpo no podía con más…


Un fatídico día, ella no pudo con la presión. Se quitó la vida por una de sus resonantes inseguridades ¿Cuál fue el legado que dejo Clara? ¿Unas amigas llorando y aferrándose a su estrecho ataúd? ¿Un novio desolado? No. Claro dejó lo que ella había reflejado en su corta existencia: NADA, solo sus huesos.


¿Entonces? ¿Por qué ponemos límites a la belleza o la normalidad? ¡SI PUEDEN ABARACAR CARACTERÍSTICAS INFINITAS! ¿Por qué debemos sentirnos mal por no sentir, pensar, vestir, actuar o hablar igual que la mayoría? Debemos de mirar por nuestra propia cultura. ¿Y si acogemos a la gente “distinta” y nos enriquecemos con su forma de pensar alternativa? Sería una forma muy bonita de crecer.


Perdón si peco de muy utópico pero… ¿No hemos aprendido nada de la mierda de vida de Clara? ¿No creéis que debemos cambiar?

2 comentarios:

  1. Me has dejado sin palabras.
    Yo soy una persona delgada por naturaleza pero hubo una época en mi vida en la que eso no me bastaba, quería más y empecé a hacer cosas de las que no me enorgullezco, todo porque no me sentía a gusto conmigo misma, veía a las demás chicas de mi edad perfectas y yo era una mierda comparada con ellas.
    Lo bueno es que he cambiado en los peores aspectos, cuido mi alimentación y hago deporte casi diariamente pero aún así no me sigo viendo bien físicamente, a veces me miro al espejo y me sigo viendo gorda (cosa que no soy ni de lejos) pero intento alejar esos pensamientos lo antes posible.
    En mi opinión, la sociedad ha creado un canon de belleza inalcanzable, siempre te verás demasiado gorda, delgada o fea mientras que puede que para los ojos de los demás seas su ejemplo a seguir. Obviamente hay excepciones, las personas que tienen tanta confianza en sí misma y se quieren tanto a pesar de no tener un buen cuerpo/cara, ay... Cómo las envidio.
    Y si estoy contando esto no es para llamar la atención o para que sintáis pena de mi, es sólo porque creo que he madurado lo suficiente como para hablar de ello con total extraños y, sinceramente, lo necesito de vez en cuanto, nunca se le he contado a nadie nada de esto.
    Lo siendo por el comentario tan largo, simplemente tu texto me dio la inspiración hahahah.
    Oh y tengo una pregunta, la historia de Clara, ¿la has inventado tú? ¿Ha surgido de tu imaginación de una experiencia personal? Si te sientes incómoda hablando de ésto o cualquier otro motivo no pasa nada, lo entiendo, es sólo por saber.
    Nos leemos.
    Un beso<3

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    Respuestas
    1. ¡Hola Carol!

      En primer lugar, muchisimas gracias por los comentarios tan positivos acerca de mi texto. Es un placer escribir a gente como tú que siempre tiene algo bonito que contar.

      En segundo lugar, soy un chico ajajjaja. Te entiendo porque hablo sobre una chica y generalmente, son las mujeres las mujeres las que tienen más desordenes alimenticios. Aunque ahora mismo, creo que estamos en igualdad.

      La historia es invención propia; no soy Clara, ni conozco a Clara aunque cueste creerlo...

      La inspiración de este texto me vino cuando un día me llamó una amiga mía que viste generalmente con la talla M que es una talla normal; me llamo diciéndome que toda la ropa que habia visto en rebajas que le gustaba era una talla S. Está llorando como una histérica cuando me lo contó... Esa conversación me lleno de inspiración para escribir esta historia y dar fuerzas a mi amiga.

      Y creo que lo conseguí.

      Tienes razón; la sociedad ahora está por los suelos. Siguen dos modas al hacer ropa que me desquician. Para chicas es la regla de la avispa: cinturas estrechisisisimas; y para chicos la regla de courasant: cintura delgada y espalda anchisisisima. ¡Cuando lo mejor es ser natural! Obviamente debemos de ir al gimnasio para estar sanos; no quiero ofender con esto a la gente que va al gimnasio para moverse.


      Bueno, ¡que me enrrollo como las persianas! Carol con el hecho de abrirte a una persona desconocida demuestras el corazón tan grande que tienes ¡Sigue así! No importan tus complejos, sigue siendo tu misma.

      Un abrazo, Sergio

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